El Municipio de San Vicente tiene en su historia como primeros habitantes de la zona los guaraníes, quienes se establecieron en el territorio misionero alrededor del año 1000. Su llegada implicó el desplazamiento o la aculturación de grupos como los caingangs y guayanás. Para remontarnos a los orígenes de San Vicente, se menciona la presencia de una comunidad religiosa adventista en un área selvática cercana a la actual RN 14, conocida como "Colonia Oculta". Este asentamiento, iniciado en la década del 40, dio lugar a familias cuyos apellidos aún se recuerdan en la historia local. El poblador más destacado en la formación de la ciudad fue Guillermo Campos, quien en 1946 se estableció en lo que hoy es el Km 44 de la ruta hacia El Soberbio. Su contribución al desarrollo inicial de San Vicente fue significativa, siendo reconocido como el primer habitante permanente de la zona urbana. A partir de entonces, otros pobladores se sumaron a la comunidad, marcando un período de crecimiento acelerado. Los datos históricos indican que el 27 de septiembre de 1961 se firmó el decreto provincial 3.333 que designa con el nombre de San Vicente a este lugar del centro de la provincia de Misiones. En 1967, el loteo realizado por empresarios como Ortmann y Tejeda dio inicio a una explosión demográfica sin precedentes. Este hecho, junto con la instalación de una fábrica de terciados y las iniciativas de reforestación, impulsaron el crecimiento económico y poblacional de la región. La creación de la primera Comisión Vecinal a fines de los 60 fue un paso importante hacia la autonomía municipal. Esta comisión, integrada por destacados vecinos trabajó en la implementación de servicios públicos y en la gestión de la municipalización. Finalmente, en 1978, mediante decreto ley, se estableció oficialmente el Municipio de San Vicente, con Lorenzo Pablo Brodzicz como su primer intendente. A lo largo de las décadas siguientes, la ciudad continuó su crecimiento, consolidándose como un importante centro urbano en la provincia de Misiones. En octubre de 1982, se realiza la primera Fiesta de la Madera, sobre la idea del periodista y músico Ricardo Ramos, evento que aún se realiza, el que con el correr de los años logró la categoría de "nacional", lo que le valió a la localidad, el mote de Capital Nacional de la Madera.
La Bandera sanvicentina es la creada por el Profesor Guillermo Bulak, aprobada por Ordenanza Municipal Nº 18 del 24 de junio de 2003. Los artículos 12 y 19 de la Carta Orgánica Municipal establecen como símbolos del municipio: El Escudo, la Canción Oficial y la Bandera. Las características y simbología de la bandera se encuentran en el artículo 18 de la misma.
Según lo expuesto en la Carta Orgánica Municipal, está inspirada en las características geográficas, económico-productivas, culturales y sociales del municipio; al mismo tiempo tiene una marcada vinculación con símbolos ya existentes, como lo son el Escudo de San Vicente y las banderas de la Provincia y de la Nación. El diseño de un amplio triángulo en el centro de la bandera, a manera de una franja transversal, expresa un árbol, diseño tomado del escudo del Municipio, el cual figura en la circunferencia central, próximo al mapa de Misiones. El árbol quiere expresar la madera, riqueza fundamental de nuestro municipio, que es a su vez “Capital Nacional de la Madera”. Por representar al árbol, la franja es de color verde. Verde que simboliza además toda la gran masa vegetal que cubre nuestro suelo, partiendo de la flora que originalmente cubría toda la región, la de la Selva Paranaense. Color verde que domina durante todo el año. Asimismo el color verde está expresando toda la riqueza agropecuaria, otro de los pilares y motores del crecimiento y desarrollo de nuestro terruño. Por ser el elemento central de nuestro paisaje, geografía, economía, industria, turismo, actividades de las que se ocupa nuestra sociedad, se sitúa en la banda central de la bandera. El color azul celeste de la banda de la derecha simboliza dos representaciones: por una parte el vínculo con nuestra enseña nacional y por otra toda la riqueza del agua en el municipio, a través de los innumerables cursos de agua que inician su recorrido en esta zona, sus nacientes, sus saltos, su belleza; y la presencia del agua en uno de los municipios más lluviosos de la provincia y del país (2000 mm aproximadente). El color rojo de la banda de la izquierda, nos vincula con tres ideas: en primer lugar con el rojo de nuestra enseña provincial de nuestro prócer Andrés Guacurarí; en segundo lugar con el rojo del sistema federal que rige en nuestra república; y por último alude también al rojo de nuestro suelo, de nuestra madre y rica tierra colorada la que sustenta su agricultura, su producción, parte de su riqueza y donde se asienta, vive y trabaja gran parte de su población; tierra roja que tiñe todo el entorno, como una marca, un sello indeleble que deja sus improntas en todo lo que lo rodea. Finalmente, como corona de esta obra emblemática, dos elementos ricos en simbolismos: por una parte el Sol, presente en el emblema nacional (escudo y bandera), en nuestro cielo, expresión de luz, de vida, de fuerza, pulso y empuje de una comunidad. Símbolo que expresa unión y futuro. El Sol, ubicado entre la banda central y la banda derecha (que en la cartografía refiere al este o al oriente) indicando así la ubicación geográfica del Municipio de San Vicente en la Provincia de Misiones y en el país, y aludiendo a ser la ciudad más central de la incipiente región del centro-este misionero. Por otra parte dos manos entrelazadas en un gesto de saludo, es gesto que expresa amistad, cordialidad, entrega, afecto, recibimiento, característica de nuestra población, de nuestra gente, característica del encuentro en nuestro suelo; manos que también se encuentran en el blasón de nuestra ciudad. Pero son manos de dos colores: una cobriza y una blanca. La cobriza que representa a todos los nativos de esta tierra americana, guaraníes de la cultura altoparanaense y eldoradense, que se asientan por estas tierras hace ya más de 8000-9000 años, los que han vivido en una completa armonía con todo el entorno; y blanca la otra, la que nos habla de los inmigrantes, de los que han venido buscando paz, buscando formar sus familias, buscando forjar un futuro mejor, trabajando, construyendo su proyecto de vida, para hacer realidad sus sueños, con una vocación cristiana, enriqueciendo y aportando su cultura. Dos mundos, dos culturas avizoradas por los pioneros de esta zona, cuando allá por la década del 60 propusieron el nombre de “Eurindia”, queriendo justamente con esto, representar todo este universo antropológico, tan antagónico, en un solo nombre que reuniera a ambas civilizaciones: la europea y la americana. Por último y como sentido integrador: esta insignia rica en simbolismos, vinculaciones y colores, se inscribe y enmarca en la riqueza y la vida de los recursos naturales, humanos y culturales de este municipio y la región. El sentido de la bandera es que, el solo hecho de verla, deje entrever un territorio igualmente atractivo, exhuberante, cálido, agradable y receptivo; una comarca integrada y articulada a una comunidad mayor, provincial y nacional, en el marco de un proceso de integración regional estratégico, sometido a un proceso globalizador, que marca una evolución dinámica y ágil. Un territorio que va profundizando sus raíces, su proceso de identidad propia, con una proyección de futuro que, conteniendo las visiones y sueños de su gente, va marcando su direccionalidad en el marco de un proyecto de desarrollo municipal y de una convivencia democrática. Así lo quiere expresar en otro sentido, la figura central, vista como un indicador de dirección (hacia arriba), marcando un sentido ascendente y trascendente, con un color de esperanza y de futuro prometedor.
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