El Municipio de Tinogasta se caracteriza por la interacción de tres raíces culturales: la aborigen, la hispánica y la de los inmigrantes llegados a partir del siglo XIX. Este proceso se desarrolla en un entorno geográfico montañoso, alejado de las llanuras mediterráneas, en el extremo sur-oeste de la provincia de Catamarca y compartiendo frontera con Chile. Hace cerca de 10 mil años, grupos nómadas de cazadores y recolectores ocuparon el extremo norte del valle de Chaschuil en Tinogasta, aprovechando las abundantes vegas y la presencia de camélidos americanos. Más tarde, hacia el siglo V antes de Cristo, se establecieron asentamientos permanentes en el valle de Abaucán, donde se practicaba la agricultura con maíz, zapallo y papa, aprovechando obras de regadío que aún se conservan. Los diaguitas, habitaron la región y desarrollaron una vida comunitaria organizada en torno a jefes locales. Se destacaron por su cerámica y vivieron en armonía con su entorno, respetando la naturaleza y practicando la solidaridad comunitaria. La llegada de los Incas al norte argentino en el siglo XV trajo consigo una expansión imperial, ocupando territorios estratégicos como Tinogasta en busca de riquezas minerales. Desarrollaron una red vial, centros de abastecimiento y enclaves administrativos, dejando su huella en la región. Durante las guerras Calchaquíes, que duraron alrededor de cien años a partir de 1580, se enfrentaron los españoles y los indígenas en una resistencia marcada por la actuación de líderes como el cacique Chelemín. La ciudad de Tinogasta fue fundada el 23 de junio de 1668 por el capitán Juan Pérez de Zurita estableciendo el primer español mercedario en Anillaco, dividiendo posteriormente su merced en dos mayorazgos, marcando así el origen de la división política de Tinogasta. En 1713 se demarcó el Pueblo de Indios de Tinogasta para evitar conflictos con los nativos, pero hacia el siglo XIX, españoles y criollos comenzaron a tener actividad económica en la región. En 1848 se conformó la Villa de Tinogasta. La llegada del ferrocarril se produjo el 2 de febrero de 1898, cuando se inauguró la estación de tren en la ciudad. Esta obra fue parte de la línea ferroviaria que conectaba la ciudad de La Rioja con Chile, conocida como el Ferrocarril Central Norte. La prosperidad minera de Copiapó, en Chile, activó un intercambio comercial que benefició a Tinogasta hasta comienzos del siglo XX. Sin embargo, la falta de vías de comunicación modernas, como el ferrocarril, limitó su desarrollo económico. A principios del siglo XX, Tinogasta experimentó un crecimiento impulsado por la llegada de inmigrantes de diversas nacionalidades. Sin embargo, las barreras comerciales con Chile y el impacto negativo del ferrocarril llevaron a una crisis económica y social en la región. Hacia 1930, muchos tinogasteños emigraron hacia las zonas azucareras de Tucumán y Jujuy, y a partir de 1944, tras el descubrimiento de petróleo en la Patagonia, se produjo un éxodo masivo hacia esa región en busca de nuevas oportunidades laborales. La industria vitivinícola comenzó a florecer, con la instalación de bodegas y la producción de vinos de calidad, que han ganado reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. El Paso Internacional de San Francisco, que une Tinogasta con Chile, sigue siendo un importante punto de conexión que promete un futuro próspero para la región, enraizado en su historia y potencialidades comerciales.
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